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Rociadores como componente de un sistema contra incendio: entendiendo su complejidad y evolución histórica

En sistemas de agua contra incendio, los rociadores automáticos o sprinklers son uno de los sistemas más antiguos para la protección contra incendios en todo tipo de edificios. Están concebidos para detectar un conato de incendio y apagarlo con agua o controlarlo para que pueda ser apagado por otros medios. Los rociadores automáticos protegen prácticamente la totalidad de los inmuebles, salvo contadas ocasiones en las que el agua no es recomendable como agente extintor y deben emplearse otros sistemas más adecuados. Se trata de un sistema totalmente independiente y automático de protección contra incendios, por lo que no requiere de ningún otro sistema que los active.

Una vez que se ha establecido que un edificio, local comercial, almacén o planta industrial va a ser protegido con rociadores, una de las decisiones fundamentales que debe tomarse es qué tipo de rociador elegir. Seleccionar el rociador adecuado para una situación específica no es una tarea tan sencilla Con 13 diferentes tamaños de orificios, 6 clasificaciones de temperatura, 3 orientaciones, 10 diseños de deflectores y 2 características de respuesta, hay un potencial para 4.680 tipos diferentes de rociadores Obviamente, no es práctico fabricar cada combinación pero aun así hay cientos de rociadores para elegir.

La selección de un tipo de rociador depende principalmente de la aplicación, del proyecto en sí. El proceso también implica observar los atributos significativos del ambiente protegido, determinar la ubicación de las tuberías del sistema y tener en cuenta las exigencias estéticas del propietario En muchos casos, la disposición del ambiente determinará qué tipo de rociador es el adecuado. Por ejemplo, un sótano de estacionamiento necesita tener rociadores montantes para que los deflectores queden cerca del techo. Un corredor exterior se protege de manera más eficiente con rociadores de pared, según la geometría de este espacio

Un error en el diseño de sistemas de rociadores es suponer que se puede usar un mismo tipo de rociador en todos los tipos de construcción para la protección de todas las clases de riesgo. Los rociadores de pulverización (spray), montantes y colgantes, son los tipos más comunes y se pueden usar en casi todas las ocupaciones y tipos de construcción, que no es el caso para los demás rociadores. Otros tipos de rociadores tienen limitaciones específicas. Por ejemplo, los rociadores de cobertura extendida y los de pared solo se pueden instalar bajo techos lisos y planos. Otro ejemplo son los rociadores ESER, que están destinados a ocupaciones de almacenamiento.

Un poco de historia

La extinción del fuego en incendios es una preocupación que data desde hace muchos siglos, se dice incluso que Leonardo da Vinci, célebre pintor e inventor, estaba en la búsqueda de una solución para la extinción temprana de un incendio, sin embargo, recién en 1723, utilizando explosivos para liberar un barril con agua, Ambrose Godfrey, un boticario y fabricante de fósforo nacido en Alemania, creó y patentó su versión de un sistema de rociadores contra incendios. Después se mejoró este sistema de protección contra incendios a base de barriles llenos de agua. Lo que se propuso fue que este mismo barril, en lugar de dejarlo fijo en un sitio, se colocaran en un lugar estratégico de tal manera  que la hora de ocurrir un evento de incendio, una persona entrenada corriera inmediatamente al lugar donde se encontraban los barriles, tomar el barril, rodarlo directamente al fuego y esperar que se encendiera el fusible pegado al barril y una vez encendido esperar a que explotara el barril para que especiera agua sobre el lugar donde el incendio se estaba llevando a cabo. Este barril estaba al igual que el anterior, cubierto de fusibles para hacer que estallara en cuanto entrara en contacto con el fuego.

1812 apareció el sistema de rociadores contra incendios operado manualmente de Sir William Congreve instalado en el teatro en Drury Lane de Londres. Totalmente dependiente de que alguien fuera del teatro abriera una válvula, el dispositivo comprendía un depósito hermético, tuberías de distribución y una serie de tuberías perforadas más pequeñas. El dispositivo patentado de Congreve fue bien recibido, ya que las velas que se usaban a menudo en los teatros representaban un riesgo de incendio significativo.

Al otro lado del Atlántico, también se estaban desarrollando tecnologías para la extinción de incendios. A mediados del siglo XIX, se instalaron sistemas de tuberías perforadas, similares al diseño de Congreve, en algunas instalaciones industriales, estos aparatos aún eran manuales.

En 1860, la automatización se había convertido en una especie de «santo grial» y en el centro de atención de muchos inventores que trabajaban en el desarrollo de rociadores contra incendios, y en 1872, Philip Pratt patentó su sistema de rociadores contra incendios.

En 1874, Henry Parmalee había llevado el sistema de Pratt al siguiente nivel. Se cree que inventó el primer rociador contra incendios automático, Parmalee mejoró el trabajo de Pratt y llamó a su propio dispositivo el «extintor automático». El diseño de Parmalee se basó en el calor del fuego para derretir la soldadura y sellar los orificios individuales en la tubería de los rociadores. A medida que la soldadura se derritió, el agua podría escapar para apagar las llamas.

En 1882, Frederick Grinnell, obtuvo la licencia de un dispositivo de rociadores patentado por Parmalee y, después de realizar algunas mejoras, obtuvo una patente propia para el rociador automático Grinnell. Su dispositivo fue un gran éxito, generando la salida de Parmalee del mercado. Grinnell continuó desarrollando sus diseños y en 1890 inventó el aspersor de disco de vidrio, cuyas versiones modificadas aún se pueden ver.

A finales de 1800 los sistemas de rociadores eran tan confiables y redituables que las compañías de seguros ofrecían descuentos en las primas de seguros. Claro que también fue una desventaja porque cada compañía creó sus propios estándares de instalación. Fue por esto que para los 1890´s miembros de las aseguradoras y fabricantes se unieron para formar la asociación que ahora conocemos como NFPA. Fue entonces, que, para estandarizar la instalación de los sistemas contraincendios, en 1896 se publicó el primer estándar de instalación llamado NFPA 13. Como dato curioso, fue el primer estándar de NFPA, aun así, se le número con el #13.

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